Mes: May 2015

Motivos por los que es bueno leer!

Tomado de http://verne.elpais.com/verne/2015/05/05/articulo/1430838359_183888.html

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6 motivos (científicos) por los que es bueno leer

Los libros son las pesas de tu cerebro.
Leer es divertido y fácil. Los libros educan, dan tema de conversación, proporcionan compañía y son baratos, incluso gratis, si recurres a una biblioteca o al proyecto Gutenberg. Pero además de todo eso, leer es bueno para tu cerebro. Te hace más listo, te relaja, incluso te ayuda a ser mejor persona. En serio. Pero eso no son motivos para leer. Sólo son efectos secundarios. Aquí van seis de ellos.

1. Una escuela de empatía. La lectura es tecnología para acceder a otros puntos de vista, como escribe Steven Pinker en Los ángeles que llevamos dentro. Leer nos permite acceder a “mundos que sólo pueden ser vistos a través de los ojos de un extranjero, de un explorador o de un historiador”, lo que puede llevarnos a que una norma que no nos cuestionamos (“así es como se hace”) pase a ser una observación explícita (“así es como nosotros lo hacemos”), susceptible de replantearse (“¿no podríamos hacerlo de otra forma?”).

Esto es especialmente válido para la ficción, que nos permite acceder a la forma en la que piensan y sienten personas muy diferentes. En opinión de Giovani Frazzetto, autor de Cómo sentimos, leer la historia de diferentes personas nos ayuda a comprender los sentimientos y pensamientos ajenos, sin que sea tan importante que esas personas sean reales o imaginarias.

Tal y como publicaba el New York Times, citando varios estudios, “hay un solapamiento sustancial en las redes del cerebro que se usan para entender historias y las redes usadas para interactuar con otros individuos, en particular, las interacciones en las que intentamos entender los pensamientos y sentimientos de los demás”. Y añade: “Los individuos que leen ficción a menudo parecen mejores a la hora de entender a otra gente, empatizar con ellos y ver el mundo desde su perspectiva”.

“Transferir la experiencia de leer ficción en situaciones del mundo real es un salto natural, según explica en The Guardian David Comer Kidd, coautor de un estudio que también relaciona lectura y empatía: “Usamos los mismos procesos psicológicos para entender la ficción y las situaciones reales. La ficción no es sólo un simulador de experiencias sociales, sino que es una experiencia social”.

2. Gimnasia cerebral. La lectura mantiene el cerebro en forma; de hecho, toda actividad mental estimulante, como el ajedrez o los crucigramas, ayuda a que nuestra mente aguante con salud durante décadas. Leer incluso podría ayudar a prevenir el alzheimer.

Durante la lectura hay “un incremento sustancial e inesperado en el flujo sanguíneo en el cerebro, más allá de las áreas responsables de la ‘función ejecutiva’, las normalmente asociadas con prestar atención a una tarea”, explica Natalie Phillips, responsable de una investigación que hizo resonancias magnéticas a gente que estaba leyendo. “Prestar atención a textos literarios requiere la coordinación de múltiples funciones cognitivas complejas”. Eso sí, se trata de lectura atenta y reposada. Este tipo de lectura facilita el pensamiento analítico y crítico, tal y como recuerda Mayanne Wolf, y también nos ayuda a concentrarnos y a centrarnos en un tema y no en veinte a la vez.

3. Es muy positivo que la gimnasia comience lo antes posible. Según la neurocientífica Susan Greenfield, la lectura ayuda a ampliar la capacidad de atención de los niños, ya que “las historias tienen un comienzo, un desarrollo y un final», es decir, «una estructura que empuja a nuestros cerebros a pensar de forma secuencial, y a enlazar causa, efecto y significado».

Comenzar a leer de niños (y hacerlo mucho) ayuda a desarrollar la comprensión lectora, a ampliar el vocabulario y está relacionado con un mayor conocimiento tanto académico como práctico en los siguientes años, según varios estudios de Anne E. Cunningham, de la Universidad de Berkeley, y Keith Stanovich, de la Universidad de Toronto.

Otro estudio del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati (Ohio) apunta que los niños de entre 3 y 5 años a quienes se lee cuentos también muestran mayor actividad cerebral en las imágenes de resonancia magnética. No sólo en las áreas que dan significado al lenguaje sino también en las que son importantes para la visualización, probablemente porque se imaginan la historia. El responsable del estudio recomienda leer cuentos a los niños con regularidad y además conversar con ellos sobre las historias.

Es positivo que esta actividad se mantenga también durante la adolescencia, ya que es una etapa en la que necesitamos una experiencia rica en emociones: las reacciones emocionales son más intensas y tenemos más capacidad de aprendizaje que de niños o de adultos. Además, la literatura ayuda a forjar nuestra identidad, ya que altera nuestras conexiones mentales y crea nuevas ideas y formas de pensar.

4. Relaja. Uno de los efectos positivos que tiene agarrar un libro y no soltarlo durante un buen rato es que es un buen ejercicio de relajación. De hecho, y según un estudio de la universidad de Sussex, leer relaja más que escuchar música, dar un paseo, tomarse una taza de té o los videojuegos.

Así, es normal que la lectura nos ayude a dormir. Siempre que no usemos un dispositivo retroiluminado, como una tablet.

5. No hay diferencia con los libros electrónicos. Casi. Los e-books son exactamente igual que los físicos. Excepto por el pequeño detalle de que no son físicos. Parece algo obvio y que no tiene importancia, ya que lo que leemos son las palabras y no el papel, pero tiene sus implicaciones, especialmente a la hora de estudiar: leer en un e-book es como leer de una página infinita y nos resulta más difícil recordar lo que hemos leído si no tenemos referentes como la posición del texto en la página o si estaba en la página izquierda o derecha, por ejemplo. Cuantas más asociaciones de este tipo podamos hacer, más fácil resultará memorizar un texto, tal y como recoge Time. Y por eso agradecemos que el lector de libros electrónicos nos dé toda la información que pueda, como el número de página o incluso el porcentaje leído. Nos ayuda a orientarnos.

Aparte de este detalle, no hay por qué tenerle manía al libro electrónico: sólo tardamos siete días en adaptarnos a su uso, como a cualquier otra tecnología.

6. Leer es sexy. Esta frase no es sólo una excusa para publicar fotos de gente guapa que tiene un libro entre las manos casi por casualidad. Tiene base científica: por un lado, leer aumenta la inteligencia, como explica en The Guardian Dan Hurley, autor de Smarter: The New Science of Building Brain. Leer incrementa nuestra capacidad de comprensión, de solucionar problemas y de detectar patrones. También mejora la inteligencia emocional (incluyendo la ya mencionada empatía). Por otro lado, la inteligencia es un atributo que deseamos en nuestras parejas. Según el psicólogo evolutivo Geoffrey Miller, autor de un estudio al respecto: “Rasgos como el lenguaje, el humor y la inteligencia han evolucionado en ambos sexos porque son sexualmente atractivos”.

En conclusión, leer es sexualmente atractivo. No sé qué más queréis.

Leer de corrido y con profundidad? Tabletas vs. libros

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El artículo abajo en letra itálica está tomado en su totalidad del diario El País, en el hipervínculo http://politica.elpais.com/politica/2015/05/06/actualidad/1430927826_380794.html

No se han dejado las imágenes originales; me llamó mucho la atención el material publicado por la periodista Ana Carbajosa, en el sentido que de una adecuada capacidad lectora depende nuestro adecuado desempeño en el mundo, en la sociedad, en la profesión, en la cultura.
El objetivo de presentarlo es hacer publicidad a la lectura de material en físico, es mucho mejor, deja más mapas mentales, como lo publiqué en la siguiente nota en Facebook, que sirve como referencia cruzada:
https://www.facebook.com/notes/alejandro-melo-flori%C3%A1n/lo-que-hace-por-el-cerebro-la-escritura-a-mano/862624700467554
Y como material complementario, dejo:
https://www.facebook.com/notes/alejandro-melo-flori%C3%A1n/el-valor-de-escribir-a-mano/927056297357727

Un martes cualquiera, a las ocho y media de la mañana, el andén del metro de Madrid es una colección de hombres y mujeres con la nuca doblada. Miran las pantallas de sus móviles y leen al ritmo que marcan las yemas de sus dedos que suben y bajan. Esta imagen se repite por las calles de España, en las salas de espera del médico, en las colas de los supermercados. Leemos mucho, a todas horas y a trompicones. El cambio en la forma de leer y procesar la información se ha convertido en una creciente fuente de observación y preocupación entre neurocientíficos y psicólogos, que temen que nuestra capacidad de concentración y de leer en profundidad esté mermando.
Los científicos trabajan con la hipótesis de que la forma de leer en Internet, rápida, superficial y saltando de una información a otra junto a la expansión de las redes sociales y de los teléfonos inteligentes, han cambiado no solo nuestra forma de leer, si no también nuestro cerebro. Dicen incluso que el actual es un momento histórico, comparable a la invención de la imprenta o incluso de la escritura, y que ha llegado el momento de retomar el control de nuestros hábitos de lectura.
Investigaciones científicas de todo el mundo apuntan en esa dirección. En Europa, más de un centenar de investigadores suman fuerzas en una plataforma con la que pretenden desentrañar los efectos de la digitalización en los distintos tipos de lecturas. “Es muy plausible que la lectura profunda sea menos compatible con la lectura en las pantallas y que sea más difícil concentrarse porque las redes sociales, los correos, los anuncios web compiten por la atención del lector. Ese es el patrón que emerge de numerosos experimentos”, indica Anne Mangen, del Centro para la Investigación y la Educación Lectora de la Universidad de Stavanger, en Noruega, y presidenta de la plataforma europea E-Read. El proyecto que preside Mangen ilustra la preocupación y el interés por el asunto. “Casi cada día tenemos investigadores que quieren sumarse al proyecto. Hemos tocado nervio”.

Hasta aquí, la sinopsis de este artículo compuesta por tres párrafos introductorios de fácil lectura en Internet, con enlaces que le permitirán saltar a otras páginas. A partir de ahora viene el resto del artículo, mucho más largo y en el que se desarrollarán las afirmaciones arriba expuestas. Es muy probable, sin embargo, que usted no llegue hasta el final, que se distraiga y corra a comprobar los mensajes de su móvil o salte a otra web. No se preocupe, no será el único.

Maryanne Wolf, neurocientífica cognitiva de la Universidad estadounidense de Tufts, es un referente en la materia. “Temo que la lectura digital esté cortocircuitando nuestro cerebro hasta el punto de dificultar la lectura profunda, crítica y analítica”, explica por teléfono Wolf, quien accede a abandonar por unos minutos su encierro californiano, donde trabaja en su próximo libro sobre la lectura. “Nuestra mente es plástica y maleable y es un reflejo de nuestros actos. Las investigaciones nos dicen que ha disminuido mucho nuestra capacidad de concentración. Los jóvenes cambian su atención unas 20 veces a la hora, de un aparato a otro. Cuando se sientan a leer, tienden a reproducir esa lectura interrumpida y en zigzag. Tenemos que ser conscientes de que estamos en medio de un cambio muy profundo”.

Maryanne Wolf cree que el momento histórico que más se asemeja a la revolución actual fue la transición de los griegos de la cultura oral a una centrada en la escritura. Sócrates, gran defensor de la cultura oral, protestó contra la cultura escrita, porque pensaba que era el único proceso intelectual capaz de probar, analizar e interiorizar conocimientos y de conducir a los jóvenes a la sabiduría y la virtud, explica Wolf. Las ideas escritas, creía, cortocircuitarían este proceso.
La sensación que producen las redes sociales de que siempre tienes que estar disponible para contestar

En 2010, David Nicholas presentó con la University College de Londres un estudio que dio la vuelta al mundo y que puso el foco en lo que llamaron la generación Google y que concluyó que los nativos digitales, nacidos a partir de 1.993 eran más incapaces de analizar información compleja y más propensos a leer a toda prisa y de forma más superficial. Desde entonces, los teléfonos inteligentes y las redes sociales han ocupado parcelas y minutos de nuestras mentes antes liberados. El último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) resalta la rápida penetración de los smartphones en España y cifra en 73,3 las conexiones por cada 100 habitantes. “Neurólogos y psicólogos confirman ahora que aquel diagnóstico no ha hecho más que empeorar. Nuestro cerebro ha perdido capacidad de concentración. La gente ya no quiere leer largo y profundo. El cambio es rapidísimo y los teléfonos inteligentes han acelerado este proceso porque hacen además que la gente lea en movimiento, lo que supone una distracción adicional. Las implicaciones para nuestra cultura y nuestra sociedad son inmensas”.

Andrew Dillon, catedrático de Psicología de la Información de la Universidad de Austin, en Texas, es otro de los grandes estudiosos del fenómeno y no alberga dudas de que “asistimos a un cambio en nuestra forma de leer. Durante siglos apenas ha habido cambios. Aprendíamos a leer y a lo largo de nuestra vida íbamos perfeccionando esa habilidad. Ahora todo eso ha cambiado. Vamos saltando de un vínculo a otro. Leemos mucho, pero de una forma muy superficial. Como sociedad, estamos perdiendo la capacidad de formular ideas profundas y complejas. Corremos el riesgo de estar atontándonos, de pensar de manera más simplista y fragmentada. Tenemos que dar a la mente la oportunidad de manejar ideas complicadas”.

Anne Mangen, la investigadora noruega, ha realizado tres estudios empíricos en los últimos años para analizar el impacto de las pantallas en la lectura. En uno de ellos, chicos de 15 años leyeron textos de cuatro folios en papel y otros lo hicieron en formato digital. Cuando les examinaron de comprensión lectora, vieron que los que habían leído en papel habían comprendido mucho mejor el texto. En otro de sus experimentos participaron adultos canadienses a los que se les dio un relato muy triste. Los que leyeron en papel mostraron mayor empatía que los que usaron una tableta. Mangen, como otros expertos, advierte de que aún no se pueden extraer conclusiones generales, en parte porque habrá lecturas que se beneficien del uso de las pantallas, pero la lectura profunda probablemente se resentirá.

La misma cautela transmite Ladislao Salmerón, uno de los dos representantes españoles en el proyecto de investigación europeo. Asegura sin embargo, que algunos estudios sugieren que la información digital nos proporciona la sensación de una falsa facilidad para analizar los datos y que el miedo es que esa sensación se traslade al ámbito de la lectura profunda, “uno de los actos más complejos del ser humano”. Salmerón, experto en hipervínculos de la estructura de investigación interdisciplinar de la lectura de la Universidad de Valencia, asegura que es muy difícil establecer una causalidad unívoca entre los hábitos de lectura digital y la concentración o la impaciencia. Ha estudiado el movimiento ocular durante la lectura de estudiantes de 13 y 14 años y ha concluido que los alumnos buenos en papel leen mejor también en digital, siempre que utilicen las estrategias de lectura profunda y no abusen del escaneo.

Uno de los estudios a los que Salmerón hace referencia es el de R. Ackerman y M. Goldsmith, de la Universidad de Haifa (Israel), que concluye que los alumnos que utilizan la pantalla estudian menos tiempo que los que leen los mismos textos en papel, porque la lectura en pantalla genera la sensación de falso aprendizaje y dejan la tarea antes de tiempo. Otro, de la Universidad de Northwestern (EE UU), estudió a padres que leen a sus hijos con una tableta y otros que les leen un libro en papel. Estos últimos dedican más tiempo a comentar cuestiones relacionadas con la historia y su vocabulario, mientras los primeros comentan más elementos técnicos (cómo encender el aparato, para qué sirven los botones…) durante la lectura. Otro más, de la Universidad de Connecticut, examinó los efectos de la multitarea en los estudiantes y concluyó que los estudiantes que mensajeaban mientras leían un texto demostraban una comprensión lectora mucho peor.

Naomi Baron, lingüista de la American University y autora de Words Onscreen: The Fate of Reading in a Digital World, explica que ha realizado experimentos con universitarios de Estados Unidos, Alemania, Japón y Eslovaquia que indican que se concentran más y mejor cuando leen en papel. Cita estudios que hablan de una cierta resurrección de la lectura en papel. “Hace tres o cuatro años, en Estados Unidos y en Reino Unido mucha gente pensó que la lectura digital iba a acabar con la lectura en papel. Los últimos dos años demuestran que la gente sigue comprando libros”. Para Baron, la cuestión no es tanto el soporte, papel o digital, sino más bien las distracciones inherentes a la conexión a Internet y a las redes sociales. “Tengo alumnos para los que la lectura es el tiempo que transcurre hasta el siguiente bip que les anuncia que tiene un mensaje en el móvil, que un amigo ha actualizado su Facebook, o que tiene un wasap. El problema es la sensación que producen las redes sociales de que siempre tienes que estar disponible para contestar. Es muy difícil concentrarse, porque la hiperconexión hace que temas estar perdiéndote algo. Somos socialmente más inseguros y estamos más estresados”.    

Insiste además, en que la multitarea, a diferencia de otras actividades no mejora con la práctica. “Si tocas el violín y practicas mucho, acabarás tocando mejor. El problema es que cuando haces varias cosas distintas a la vez –estoy escribiendo y salto a comprar un billete por Internet-, los estudios psicológicos concluyen que no lo haces tan bien como si haces una sola cosa, por mucho que ejercites la multitarea”.

Los expertos como Wolf, recomiendan un tiempo diario de desconexión. No solo basta con coger un libro. Hay que alejar el móvil y la tableta para no sucumbir a la tentación. “Es importante reservar un tiempo cada día para leer desconectados de Internet. Hay que hacer un esfuerzo consciente, porque cada vez nos bombardean con más información”, aconseja Dillon.
Lector, ¿sigue ahí?

En España, el fenómeno está menos estudiado, en parte, porque la expansión de la vida digital ha sido más tardía que en el mundo anglosajón, explica Antonio Basanta, director de la fundación Germán Sánchez Ruipérez: “En España no hay estudios fiables”. Datos de la Federación de gremio de editores sí indican que se venden menos libros: 153.830.000 ejemplares en 2013 frente a los 228.230.000 de 2010. El último barómetro del CIS indica además, que la mitad de españoles no compró ningún libro en 2014 y que el 35% no lee nunca o casi nunca.
Al contrario que sus colegas anglosajones, Basanta mira al futuro de la lectura con gran optimismo. “La tele y la radio también iban a ser una catástrofe. Nunca se ha leído tanto en el mundo ni ha habido tanta información disponible. Si se maneja bien, puede ser algo extraordinariamente positivo. No se trata de poner puertas al campo, sin no de adiestrar a las personas para que extraigan el máximo rendimiento de los distintos tipos de lecturas, de la unívoca y de la plural. Picotear o leer con profundidad no son acciones antagónicas, son complementarias. Sí, hay una oferta que nos invade, pero lo que tenemos que hacer es tomar de nuevo el timón”. Basanta cree la escuela es el lugar en el que la convivencia de las lecturas debe convertirse en un objetivo prioritario. “El sistema educativo no les enseña esas capacidades”.

Corremos el riesgo de estar atontándonos, de pensar de manera más simplista y fragmentada
Un domingo de mayo, a última hora de la tarde, una quincena de personas se reúne para diseccionar Noticias de un secuestro. Forman parte del club de lectura El Ciervo Blanco y la mayoría hace décadas que dejó atrás la escuela. En general, reciben Internet, los ebooks, las tabletas con los brazos abiertos, dicen que les permiten profundizar y acceder a información de una forma inimaginable hasta ahora. No tienen miedo a que su forma de leer se vea afectada por las nuevas tecnologías. “Tengo muchas décadas de libro. No creo que vaya a cambiar mi forma de leer de un día para otro”, piensa Susana Gutiérrez, una abogada de 52 años que hoy participa en la tertulia.
En la otra punta del corrillo literario se sienta Virginia Jiménez, maestra de primaria de 33 años. Su visión difiere bastante de la de sus colegas más veteranos. “Yo lo noto mucho. Ahora me cuesta mucho más concentrarme. A veces leo y tengo que volver a leer lo mismo porque no me entero”. Cuenta que sus alumnos sufren todavía más el cambio. “No se centran y tienen poca capacidad para esperar. Van muy rápido, a lo superficial y no entienden lo que leen, tampoco los que son buenos alumnos. Les preguntas dónde sucede la historia y te responden que la semana pasada”. Este artículo termina aquí. Ya puede pasar a la siguiente tarea.»

Y si quieren complementar lo anterior, quedan estos links sobre lectura en libro físico vs. lectura en digital:

http://justificaturespuesta.com/12-razones-leer-libros-formato-digital/

http://www.gestiopolis.com/libro-fisico-versus-libro-electronico/

Sobre Libro: El Cerebro Invisible

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Mensaje de esta obra: trascendencia
La religión nos ha dicho que somos trascendentes, la filosofía nos ha dicho que somos trascendentes, los que estudian la última realidad dicen que hay algo en el universo de lo que recién atisbamos, las neurociencias ayudadas con el saber de otras muchas disciplinas recién llegadas a nuestro tiempo ahora también nos están diciendo que somos trascendentes.
Los lazos conceptuales de diferentes disciplinas con las neurociencias vienen aumentando su trama y urdimbre a lo largo del tiempo, el fundador de la neurociencia y premio Nobel Santiago Ramón y Cajal se refería a las neuronas y su interacción como un batir de mariposas, el premio Nobel John Carew Eccles y el filósofo Karl Popper hablaron de la conciencia como un bailarín que buscaba en la corteza los módulos corticales activos de la mente autoconsciente, el premio nobel en medicina Eric Kandel ha dejado una soberbia fusión de la neurociencia con el arte y el psicoanálisis, el experto en conciencia Ken Wilber ha mostrado en su obra la comunión de la religión, la filosofía con la ecología y las totalidades partes, la divulgadora en ciencia Marilyn Fergusson fue una incansable sintetizadora de esa rica mena intelectual que sabía eran las neurociencias y lo llevaba al escenario del ciudadano de la calle, prediciendo que el futuro de la ciencia eran los puentes disciplinarios.

El matemático Rudolph Hofstadter ha mostrado una interesante fusión de matemáticas, información y filosofía, el astrónomo y divulgador científico Carl Sagan nos mostró que en en el vasto y antiguo universo, el cerebro era una maravilla sin igual. Y el filósofo y polímata Jacobo Bronowski comentó que la humanidad necesita polímatas que integren el conocimiento de su época, para hacerlo como una flama que pueda pasar a la siguiente generación. Este enfoque del Cerebro invisible da una perspectiva de trascendencia en ese marco de múltiples conexiones mientras buscamos develar la divina entraña de la realidad.

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Lazos transdiciplinarios para entender el problema mente-conciencia y cerebro
Este es un problema desde siempre, que se conoce como la cuestión perenne. Y el punto es explicar cómo surge el proceso de la mente, de la información y del darse cuenta que hay percepción, que hay percatación, que hay identidad, al mismo tiempo que ocurre la función neurológica. Aunque se han propuesto grupos neuronales en el tallo cerebral que están recibiendo información reflejada de sí mismos (grupo de neuronas llamados core ego, el protoEgo, propuestos por el neurólogo y profesor Antonio Damasio) y son los propuestos que al reconocerse constantemente en el tiempo creen la «sensación de identidad«, algunas cosas no encajan con este modelo reduccionista: los fenónemos Psi como telepatía, telecinesis, experiencias al borde de la muerte, así llamados por el matemático Bertrand Russell.
Y los lazos transdiciplinarios son necesarios en la medida que tanto se sabe y se conoce, de tal manera que a través de todas esas ópticas, esas interpretaciones del mundo y del hombre, nos acerquemos a esa realidad que nunca se baña dos veces en el mismo río porque lo único fijo que tiene es el cambio, el Ser Humano con su misterio por develar. Su mente, su ser, su devenir, su diario vivir.

La materia oscura, nuevo paradigma de explicación de lo que hay en el universo
Entonces la materia oscura vista en cuerpos enormemente grandes, pudo ser deducida por su influencia en términos de gravedad.  Y estos temas han sido recientemente comentados por el físico teórico de la universidad de Nueva York, profesor Michio Kaku, en programas que se transmiten en canales como Discovery o History.
La materia oscura se ha detectado en «halos» de galaxias muy lejanas, no es visible en los telescopios normales, y su influencia solamente se ha podido estudiar a partir de influencia de órbitas, que al no moverse en un patrón predeterminado, se encuentra que es por influencia gravitacional. Esto se conoce hace tiempo, así fue como el astrónomo Urbano Leverrier descubrió a Urano, al estudiar comportamientos «anormales» de lunas de Júpiter y el también astrónomo Clyde Tombaugh descubrió al ahora planetoide, Plutón.
¿Cuál es el contraste entre la materia normal y la materia oscura? Mientras la materia normal está compuesta de electrones y quarks a partir de cuyas interacciones surgen neutrones y protones, no se conocen las partículas fundamentales de la materia oscura.
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Ciencias ordinarias, ciencias extraordinarias
Y las ciencias ordinarias que han explicado el fenómeno de la mente, como neurociencia, psicología cognitivista, antropología, lingüística, filosofía de la mente, ciencia computacional se han quedado de alguna forma, cortas, cuando se trata de explicar como un fenómeno externo deviene conciencia, sensación…. la cuestión perenne. Si bien algunos autores proponen que la conciencia surge de la complejidad de las conexiones neuronales y del campo electromagnético resultante, este modelo no puede explicar algunas cosas que tradicionalmente son los retos de la neurociencia: los llamados fenómenos Psi, como telepatía, telecinesis, experiencias al borde de la muerte, xenoglosia o hablar en lenguas diferentes que no se saben, niños que recuerdan tiempos de antes de haber nacido, casos documentados en el departamento de estudios de percepción de la universidad de Virginia. Y de forma semejante a lo que propuso el pensador y filósofo de la ciencia Thomas Kuhn sobre la estructura de las revoluciones científicas, la ciencia extraordinaria, en este caso, la cosmología con su vasto acervo de nuevos datos sale a dar una respuesta de lo que hay en la «divina entraña de la realidad«, al describir la materia oscura, que propone que sus partículas fundamentales al no tener cargas, no interactúan con la materia normal con sus partículas cargadas, de tal forma que la interpenetra, así, sin más.

Si se acepta la materia oscura como nuevo paradigma….
Ocurre algo interesante: salta de nuevo a la palestra el antiguo tema de «dos sustancias» y esto lleva al filósofo materialista Renato Descartes; ¿se acuerdan cuando habló de sustancia pensante y sustancia extensa? (Res cogitans y Res extensa, aunque Descartes también hablaba de Res infinita……). Las dos sustancias implican aceptar de alguna forma, algo que piensa y actúa en el cuerpo. Pueden la materia oscura, la energía oscura ser ese material sutil que se encarga de generar esos procesos subjetivos «mente» y «conciencia»?

Pueden la materia oscura y la energía oscura ser la base subyacente de los universos paralelos, universos cuánticos, de los multiversos y megaversos de la cosmología reciente?  Queda planteada la hipótesis.

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Conclusión
El valor de este libro es hacer una síntesis de neurociencias, misticismo y cosmología, en torno a la llamada materia oscura y energía oscura, descritos por varios astrónomos y cosmólogos, como Penzias, Oort, Zwicky,  al hacer análisis de por qué algunas galaxias muy lejanas en el llamado Grupo Local, se mantenían relativamente cercanas entre sí, de donde luego salió que hay unos halos, que las envuelven y que ejercen influencia gravitacional. La materia oscura y la energía oscura no emiten luz porque no tienen electromagnetismo, solo gravedad. La materia oscura al no tener carga interpenetra la materia que conocemos y al ser el 96% de lo que hay en el Universo, hay que tenerla en cuenta, máxime que el universo material que conocemos, resultó ser bastante «provincial», siendo el 4% de lo conocido.

El Cerebro Invisible