Mes: junio 2017

Más Platón y menos Prozac

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Detalle del fresco Alegoría de la filosofía, en las Stanze de Rafaello, palacio Vaticano. Platón señala hacia lo alto, mientras Aristóteles a su derecha indica con el gesto de su mano que lo importante es la medida. Foto del autor

Introducción

Este libro ofrece La perspectiva de la filosofía práctica, con lo cual Lou Marinoff logra hacer que se “despierte” ese Homus philosophicus que cada cual lleva dentro.

Resulta que últimamente con las conmociones de todo tipo que nos ocurren, la depresión y la falta de significado son condiciones a la orden del día. Y Hay una solución relativamente rápida para solucionar esto y es la medicalización de la condición. Esto significa que como se está deprimido o ansioso, se toma un medicamento y voilá, se espera que haya una solución como por arte de magia. Empero, la realidad es otra. Una cosa es lo que hay y otra lo que queremos ver y en ese contexto, muchas veces los antidepresivos son unos lentes para ver la realidad que no solucionan el problema y nos quedamos como al principio, con la misma sensación de crisis, y sin saber que hacer. La psiquiatría ha creado una plétora de nuevos diagnósticos, como el trastorno de tamborileo de dedos, o el halarse los cabellos (la llamada tricotilomanía) que tras el nombre rimbombante, oculta ansiedad, que a su vez es estar con la atención enfocada en el futuro, en lugar de estar enfocado en el irrepetible PRESENTE.

El rol de la filosofía

Quien esto escribe es médico y ha tenido la oportunidad de ventilar temas de neurociencias en un material compilado relativo a cerebro, mente y conciencia. No obstante la promesa de conocimiento de la ciencia pura y dura, medible, inobjetable e incontrovertible, está el tema gris y borroso de la conciencia, la conciencia reflexiva o de la conciencia como campo, de modo que la ciencia con su objeto formal, se encuentra con escenarios hipotéticos que plantean más preguntas que respuestas ante el cómo del funcionamiento.

Y resulta que ver el mundo con la óptica de las mentes de otros tiempos que reflexionaron sobre preguntas de interés perenne, ayuda. Esas mentes son gentes de sentido práctico, gentes expertas en hacerse preguntas, en ver que era lo que más convenía a la luz de la equidad y el dar a cada cual según sus méritos, de vernos como seres falibles que además de ser orgullosos de su razón como instrumento también deben ser temerosos de usar un instrumento que tiene limitaciones. Es decir, diferentes tipos de pensamiento para ver el mundo, las relaciones de los hombres, la búsqueda de significado y propósito. Y en este sentido, el counseling filosófico, tiene algo que decir para ayudar a ayudarnos en la búsqueda de respuestas.

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Detalle de fresco La alegoría de la filosofía, por Rafael Sanzio de Urbino, Stanze de Rafaello, palacio Vaticano. Foto del autor.

La casuística

Los diferentes escenarios de consultantes en quienes se aplican diferentes formas y escuelas de pensamiento, demuestran que con un buen enfoque, se logra esa función mayéutica de lograr dar a luz la propia verdad, aunque esto puede sonar extraño, más bien, el significado y/o el propósito que subyace detrás de cada única experiencia personal e irrepetible. De alguna forma, esto me hace pensar en una escena de la película de Terry Gillian llamada Las aventuras del Barón de Munchausen, cuando el mismo jalándose de su casaca es capaz de sacarse del mar, y además junto con su cabalgadura! Pensamos que ante los problemas podemos ser como el barón de Munchausen y sacarnos a nosotros mismos del atolladero, cuando en la vida real, se requiere una ayuda externa.

Esta casuística es igualmente un ejemplo de lo que se puede hacer con un estilo de coaching que tiene preparación dada por las mentes más brillantes de todas las épocas, de forma que para algunos casos ayuda el Qóelet o libro del Eclesiastés, en otros la teoría de Juegos de John Von Neumann, en otros, el enfoque existencialista, en otros, el autoritarismo de Hobbes, o el estoicismo de Epícteto, resaltando el valor irrobable de la virtud, o quien lo diría, El libro de las mutaciones o I Ching, de tan frecuente consulta por Marinoff.

La capacidad de interpretación al alcance de todos.

En las sesiones de planteamiento de preguntas en los cafés filosóficos, hay un listado de preguntas que curiosamente siguen vigentes y por eso se les llama perennes, han acompañado la humanidad desde el origen de los tiempos: preguntas del tipo para qué la vida, por qué vale la pena vivir, qué es la belleza, qué es el bien?

Y una cosa que me ha llamado la atención, es que ver las cosas sin conceptos preconcebidos tomados de otros autores, puede ser más útil para llegar a una conclusión propia, para evitar ser lo que Marinoff llama un títere filosófico, que cita de otros, aunque sin contexto… Y aquí, una escena de una historia Zen, el hombre que llega con su jarra llena y la sigue llenando y rebosada desperdicia lo que le vierten; quizá el mensaje para tomar lo bueno de esta admonición, es que para llegar a una respuesta, para ayudar a que la filosofía sea práctica y se salga del marco de la filosofía analítica que es el estereotipo que hay en el ciudadano de la calle, es en últimas, mejor estar con la “jarra vacía”.

Significado y propósito

Una frase del autor, que el hombre sabio piensa que lo inevitable es evitable, el hombre común ha decidido que lo inevitable es inevitable…. Y esto trae a colación a Maturana Romesín, (no mencionado en el libro) pero relacionado con este tema en el sentido que todo saber es un saber hacer.

Y aquí hay un interesantísimo ejemplo de significado y propósito, a propósito del menú en el restaurante.

  • Hay gente que por ejemplo no sabe leer, pero sabe que está en el sitio indicado. Tienen propósito pero no significado.
  • Hay gente que en un hipotético ejemplo, se come las imágenes de la comida, porque han entendido lo que allí hay y no más. Tienen el significado pero no el propósito.
  • Y están los que entienden lo que expresa el menú, y piden lo que quieren comer. Tienen significado y propósito.

Y una cosa que mutatis mutandis nos pasa a los humanos, es que solemos cambiar de propósitos y esto genera crisis. Y tener significados en función de un solo propósito, también es limitante, como cuando una reina del colegio se dedica a vivir de su gloria pasada; lo cual lleva al valor del tiempo presente, profundamente atesorado y mejor conocido cuando paradójicamente se aproximan los finales, ya sea porque hubo una experiencia al borde de la muerte, o porque la ancianidad nos muestra la vía recta donde al final observan expectantes las tres parcas que manejaban el ciclo vital en la mitología griega: Cloto, Atropo y Láquesis.

No es posible medir las capacidades de un humano, excepto por lo que hace, un punto de vista manejado por el coaching: si se ha asimilado el cambio, se expresa en la conducta.

Alfred Khorzybski es traído a colación igualmente, con el mapa que no es el territorio. Y su utilidad está dada en la medida que se quiera viajar…..

La muerte

Somos seres para la muerte, animales que se han vuelto conscientes del tiempo, cada vida es irrepetible, de modo que el existencialismo así como el Zen, destacan y resaltan la sabiduría del tiempo presente. Es lo que tenemos aquí y ahora. Y el Baghavad Gita, en un tono un poco despectivo, dice que no hay que preocuparse (excesivamente) por lo inevitable. La vida es vida muriendo, empieza por un lento e imperceptible proceso de envejecimiento bioquímico que luego alcanza los huesos y la piel, viéndolo poéticamente… y la muerte es vida amaneciendo, también viéndolo poéticamente.

Como comenté en un material sobre la Antropología de la muerte, por Louis Vincent Thomas, la muerte en occidente nos atemoriza, la trivializamos en el cine y en los videojuegos, el juego perverso de la guerra se procura excluir de los medios de comunicación. Y al final llega, tan callando, como en las coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre, borbotando por sitios que son inevitables, como lo son los hospitales y los cementerios.

Deberíamos visitar  más a menudo los cementerios, para pensar que la gente que está ahí, fue llorada por otros que ya tampoco están, de modo que ante lo inevitable de la muerte y el nacimiento, poco preocuparse, cerrando el círculo de lo que dice el Baghavad Gita…..

Conclusión

Este es un libro para leer y releer con bastante calma. En alguno de los fragmentos que hay allí, está de la misma forma de un vademécum, un remedio para una situación que uno no se imagina. Si ya tiene la facilidad de la introspección, seguramente verse a sí mismo como un objeto externo, como el objeto de su reflexión con sus emociones, al estilo de Michel de Montaigne, otro de los autores tras bambalinas en el material (obviamente Marinoff no puede hablar de todo), le ayudará a clarificar esas lagunas que todo humano suele tener.

Libro 20 de 2017